Muchas veces nos alineamos con la visión negativa, de destrucción. Operemos en función del propósito divino, la visión que Dios tiene para ti y para mi. Si confiamos en Dios y tenemos la visión eterna podemos ver la tierra prometida, reconocerla y proclamar el lugar en donde la encontraremos: el corazón de Jesús. Ya somos parte de ese lugar perfecto, porque somos embajadores de ese reino.
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