Sembremos de manera abundante y así mismo será nuestra cosecha. Adoremos, oremos, estudiemos la palabra abundantemente, demos absolutamente todo a Dios. Como hombres y mujeres de Dios debemos tener una vida entregada completamente a ÉL, el Padre debe ser nuestra única prioridad, de esa manera ÉL estará presente en nuestra familia, trabajo, comunidades y en cada ambiente en el cual nos desenvolvemos. Vivamos en la abundancia exuberante de nuestro amado Padre.
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ENAMORADOS DE JESUS
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